Aunque en lo relativo a la fertilidad el foco suele ponerse en la mujer por su papel protagonista en la gestación y el parto, cuando una pareja busca lograr el embarazo de forma natural tanto el hombre como la mujer tienen una cuota idéntica de relevancia. Y, a nivel general, hay un factor que permite medir la incidencia de los hombres en la fertilidad: la calidad del semen.
La calidad del semen puede evaluarse de muchas maneras. El volumen del mismo tras la eyaculación debería estar entre dos y cinco mililitros y su viscosidad, a nivel superficial, también es un indicador de su calidad. A un nivel más profundo, puede saberse la calidad de un esperma por el número de espermatozoides, su forma, concentración y la fragmentación de su ADN.
Pero, independientemente de los juicios de valor, hay un hecho demostrado durante los últimos años que cuenta con un importante respaldo científico: a nivel global, la calidad del semen es actualmente mucho más baja que hace no demasiados años. De hecho, según la revista Human Reproduction Update, elaborada por la Universidad de Oxford, este descenso puede cuantificarse: un 60% menos de calidad en las últimas cuatro décadas.
Aproximadamente, el varón tiene la responsabilidad de un tercio de los casos de infertilidad. Eso implica que una baja calidad seminal general puede tener una inmensa incidencia a nivel reproductivo global: el estudio de Human Reproduction Update sostiene que la concentración de espermatozoides se reduce a un ritmo de 1’6% al año, lo que se traduce en una progresión tremendamente negativa con el paso de las décadas.
En la década de los 70, una eyaculación estándar contenía una media de 337 millones de espermatozoides. Cuarenta años después, la comparación es odiosa: algo más de 137 millones, es decir, cerca de un 60% menos. Esa concentración espermática, que en cuarenta años ha dejado fuera prácticamente a seis de cada diez espermatozoides, cae sin frenos.
Estilos de vida más estresantes, menos saludables a nivel alimenticio y más sedentarios tienen parte de la culpa de este descenso. Sin embargo, hay un factor que afecta de manera desigual a hombres y mujeres: el paso del tiempo. La calidad seminal puede mantenerse a niveles normales en el hombre en comparación con la capacidad fértil de la mujer: el organismo masculino produce millones de espermatozoides todos los días a edades en las que la producción de óvulos -y su calidad- por parte de la mujer ya es prácticamente nula. La preocupación por edades avanzadas existe en ambos casos, pero para los hombres no es un problema hasta mucho más tarde.
La respuesta a la pregunta inicial es meridianamente clara. Sí, la calidad del semen es hoy en día mucho más baja de lo que lo era, a nivel global, hace unos años. Cada vez es más frecuente que el hombre, a diferencia de lo que ocurría pocas décadas atrás, albergue la respuesta a las cuestiones sobre la infertilidad de una pareja. Pero en su mano está adoptar los hábitos que ayuden a maximizar sus opciones y disminuir los factores de riesgo que pueda controlar.