En los laboratorios de embriología de las Unidades de Reproducción UR, con sede central en la Unidad de Reproducción Vistahermosa, el inicio de la vida se desarrolla al amparo del conocimiento de profesionales que trabajan con precisión con el apoyo de la más innovadora tecnología. Tras la fecundación in vitro (FIV), la unión controlada del óvulo y el espermatozoide comienza un complejo proceso de desarrollo embrionario, que se prolonga de cinco a seis días antes de que el embrión resultante sea transferido al útero materno.

“El embrión no sólo debe desarrollarse, sino que tiene que demostrar que lo hace de forma armónica, siguiendo los tiempos biológicos adecuados, con una morfología equilibrada y un comportamiento celular que refleje su potencial de implantación”, explica Rocío López Sánchez,embrióloga de Unidad de Reproducción Vistahermosa, sede central del Grupo UR. Este criterio permite a los especialistas tomar decisiones más precisas, gracias al apoyo de innovadora tecnología como los sistemas de incubación time-lapse o los estudios genéticos.
Día a día del embrión en el laboratorio
La fecundación del óvulo marca el día 0 de desarrollo embrionario. En esta fase, el óvulo fecundado se convierte en cigoto. Al día siguiente, en el día 1, se observa la presencia de dos pronúcleos, lo que confirma la fertilización correcta.
Durante los días 2 a 4, el embrión inicia una serie de divisiones celulares conocidas como clivaje. Pasa de 2 a 4, después, a 8, y finalmente a 16-32 células, conformando una estructura compacta llamada mórula. Esta es una etapa crítica, ya que cualquier desviación puede comprometer el potencial del embrión.
El día 5 marca la aparición del blastocisto, una estructura más compleja formada por una cavidad central y una diferenciación clara entre las células que formarán el futuro bebé y las que constituirán la placenta. En esta etapa, si todo va bien, se evalúa la posibilidad de transferir el embrión al útero. La calidad del blastocisto es clave: “Al llegar a esta fase, podemos valorar con mucha más precisión su viabilidad, no sólo por su apariencia sino por su dinámica evolutiva”, añade la embrióloga.
La revolucionaria incubación time-lapse
Los incubadores time-lapse han revolucionado la observación y el estudio de los embriones. Permiten registrar imágenes continuas del desarrollo de cada embrión sin necesidad de sacarlos del entorno controlado del incubador, evitando alteraciones de temperatura o pH que puedan afectarlos. No obstante, como señala Rocío López Sánchez, “esta tecnología es un complemento, no un sustituto del juicio professional. El uso de softwares como EmbryoScope o Geri no sustituye el criterio del embriólogo, sino que lo enriquece. Nos permite observar no sólo qué ocurre, sino cuándo y cómo ocurre, con una precisión inigualable. La información morfocinética —cómo y cuándo se dividen las células, su simetría, ritmo y comportamiento— ayuda a seleccionar los embriones con mayores probabilidades de implantación y embarazo evolutivo”.
La genética: un aliado fundamental.
La salud genética del embrión es otro de los pilares fundamentales para el éxito del ciclo de FIV. Gracias al Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGT o PGT), los embriólogos pueden detectar alteraciones cromosómicas o enfermedades hereditarias antes de transferir el embrión. “Esta técnica nos permite saber si la dotación genética es correcta, e identificar los embriones viables para su implantación, libres de enfermedades genéticas, lo que garantiza un embarazo evolutivo y el nacimiento de un bebé sano», afirma López Sánchez. Este estudio genético está recomendado especialmente en mujeres mayores de 38 años, casos de abortos de repetición o cuando existen antecedentes familiares de enfermedades genéticas.
El desarrollo embrionario en laboratorio es un proceso que conjuga la precisión científica con un profundo respeto por la vida. Los embriólogos, observadores silenciosos de los primeros días de existencia humana, guían este camino con la ayuda de la tecnología, pero también con el compromiso y la responsabilidad de cada decisión. “El objetivo no es sólo lograr el embarazo, sino que este culmine con el nacimiento de un bebé sano, y para ello cada paso del proceso embrionario cuenta”, subraya la especialista.