Los óvulos son los protagonistas de cada tratamiento de reproducción asistida, y la estimulación ovárica es clave para el desarrollo multifolicular, un paso fundamental para el éxito del tratamiento de reproducción asistida.
Nuestra sociedad ha cambiado obligando a la mujer a postergar su maternidad. Asimismo, lo entornos familiares son cambiantes y existen muchas nuevas segundas parejas que se plantean la maternidad a una edad más avanzada. A partir de los 35 años no sólo la respuesta ovárica disminuye, sino también se aprecia una bajada considerable y progresiva de la calidad de los ovocitos. Estas circunstancias derivan en de pacientes con baja respuesta a la estimulación y, por tanto, un mal pronóstico en los tratamientos de fertilización in vitro. Por ello, resulta determinante realizar a estas pacientes una correcta evaluación y definir la mejor estrategia que nos ayude a conseguir un número suficiente de ovocitos para conseguir el ansiado embarazo.
Como hemos dicho, en un tratamiento de fecundación in vitro (FIV), la estimulación tiene un papel primordial. Durante un periodo de entre 7 y 12 días, la paciente ha de administrarse una medicación que le ayudará a desarrollar múltiples folículos que, una vez obtenidos, serán fecundados. El número de óvulos obtenido es lo que denominamos respuesta a la estimulación. Un número de ovocitos adecuado, por encima de cinco, ofrece un pronóstico de embriones favorable.
Recientes investigaciones han demostrado que se da más de una oleada folicular en cada ciclo, por lo que pueden entre dos menstruaciones se puede estimular dos veces el ovario. Así La doble estimulación plantea realizar dos estimulaciones, una en fase folicular y otra en fase lútea, lo que permite obtener más ovocitos.
En la primera fase del ciclo se produce una oleada que selecciona folículo dominante, y tras ésta hay una o dos oleadas más en las que no se seleccionará ningún folículo, pero que se puede aprovechar en los tratamientos.
Estrategia personalizada
El éxito de un tratamiento de reproducción en bajas respondedoras es un desafío, porque difícilmente se encuentran dos parejas igual situación. Es necesario valorar el conjunto en cada caso.
Para determinar el estado de fertilidad de la mujer hay que tener en cuenta la edad, los resultados un análisis general para conocer su estado para tener un enfoque de la medicación, análisis de hormona antimulleriana, el recuento folicular, los ciclos previos realizados y un cariotipo que determinará su salud genética. Además, se planteará un seminograma y análisis de cariotipo de la pareja.
Asimismo, se valorará la necesidad de pruebas más específicas que aporten información: ecografía de alta resolución o histerosalpingografía para ver el estado de los órganos reproductores; biopsia endometrial dirigida a estados hormonales, de microbioma o receptividad; o alguna prueba genética de portadores que pueda ser necesaria.
Con los resultados obtenidos, se realiza una ecografía en fase folicular para valorar los ovarios y órganos reproductores. Con este estudio podemos aplicar una estrategia de tratamiento personalizada para maximizar las probabilidades de éxito de una FIV.