Históricamente, después de realizar una transferencia de embriones tras una fecundación in vitro, siempre se ha recomendado que la paciente permanezca estirada en la camilla por un periodo aproximado de 15 minutos y que realice un reposo relativo las 24 horas siguientes o incluso más. En un tratamiento de reproducción asistida
la paciente es consciente del momento exacto en el que el o los embriones llegan al útero. Esto no ocurre en una gestación natural en la que la mujer no percibe este momento y por lo tanto hace vida normal. En el caso de la transferencia embrionaria, la mujer tiene un momento claro y definido y siente que debe contribuir de la mejor manera a que el procedimiento funcione.
Un largo periodo de reposo en cama es una medida de precaución para tratar de mejorar las posibilidades de que el o los embriones transferidos implanten. Pero, ¿Qué base científica tiene esto?
¿Existen estudios que demuestren que el reposo tras la transferencia mejore las posibilidades de embarazo?
Tradicionalmente, todos los ginecólogos dedicados a la reproducción asistida consideraban prudente recomendar que la mujer reposara para facilitar la implantación. Esta recomendación se basaba en el sentido común, pero no se había demostrado en ningún estudio.
Tanto las pacientes como los clínicos se planteaban si el reposo recomendado era útil, y si no lo era, ¿cuánto debería durar? ¿10 minutos, 1 hora, 15 días?. Para responder estas preguntas se han realizado varios trabajos en los que por ejemplo, se comparaba la tasa de embarazo y aborto en dos grupos de pacientes en los que en uno de los grupos la paciente permanecía 20 minutos en reposo y el otro grupo 24 horas. Pues bien, no hubo ninguna diferencia entre los dos grupos ni en la tasa de embarazo ni en la tasa de aborto (Botta y Grundzinskas, 1997).
En otro estudio que comparaba los resultados de permanecer en reposo durante 1 hora o durante 24 horas obtuvo las mismas conclusiones, no hubo diferencias entre los dos grupos (Zouhair y col., 2004). Similares resultados obtuvieron otros autores cuando compararon la ausencia de reposo frente a 24 horas (Bar-Hava y col., 2005).
En este último estudio, realizado en 406 pacientes, la tasa de embarazo fue incluso mayor en el grupo que no hizo nada de reposo aunque no de forma significativa.
Cada nuevo estudio que se realiza, obtiene los mismos resultados: el reposo no influye en la tasa de embarazo (Purcell y col., 2007). Por tanto, todos los trabajos realizados intentando comprobar la eficacia del reposo tras la transferencia embrionaria han fracasado.
Podemos concluir que el reposo no es un factor que afecte a las posibilidades de embarazo y así transmitirlo a las pacientes. Es labor del especialista en reproducción asistida informar de este hecho puesto que muchos ginecólogos siguen
manteniendo esta creencia y transmiten inseguridad y culpabilidad a la paciente si no se realiza un absoluto reposo.
Haga la prueba usted misma. El útero es una cavidad en la que no hay aire. Cuando se ven imágenes de úteros vistos por histeroscopia (introducción de una pequeña cámara de video por el cuello del útero para ver la cavidad uterina) se introduce suero salino para separar la paredes del útero y poderlas ver bien. Pero en realidad, de forma natural, las paredes del útero están en contacto, como cuando por ejemplo, juntamos nuestras manos. El endometrio es una capa celular que reviste las paredes internas del útero y que secreta una mucosa. Es decir, el interior del útero es como si untáramos crema hidratante en las palmas de nuestras manos y las juntáramos. El tamaño de los embriones viene a ser como una sexta parte de un milímetro.
Para que las pacientes queden tranquilas, pueden hacer el siguiente experimento. Corten un trozo de papel lo más pequeño que puedan (que será el embrión), unten crema hidratante en ambas palmas de la mano (para imitar la mucosa uterina). Depositen el trozo de papel en una de las palmas de la mano. Ahora junten las manos y muevan conjuntamente y bruscamente ambas manos en todos los sentidos posibles. No conseguirán mover el papel. Pues eso es lo que más o menos sucede con un embrión en un útero.
Es el momento de romper mitos y transmitir a nuestras pacientes la tranquilidad merecida y necesaria para que finalicen el tratamiento en el que han depositado todas sus ilusiones, de la forma más natural.
Publicado en la Revista ANACER por Fernando Marina.