La relación entre la formación de una familia y el desarrollo de la vida profesional siempre ha sido muy estrecha. Muchas personas ven cómo sus años de mayor energía y fertilidad pasan mientras centran todos sus esfuerzos en labrarse un futuro laboral, por lo que tienen lugar algunos debates internos: ¿Puede la maternidad afectar al trabajo? ¿Puede el trabajo afectar a la maternidad? ¿Cuál es el mejor momento?
La presión que muchas personas se autoimponen por alcanzar determinadas cotas a nivel profesional pueden tener un freno en la formación de una familia, tanto por parte de los nuevos padres y madres como por parte de las empresas. Los primeros, porque de un día para otro tienen ante sí algo que les hace cambiar de prioridades por completo. Las segundas, por la mala praxis que todavía hoy se vive en el mercado laboral.
Causas del retraso de la maternidad
Una de las causas que más afecta y retrasa la maternidad, en el caso de mujeres profesionales, es precisamente esa incertidumbre respecto al comportamiento de sus empresas cuando se deciden a dar el paso. Lamentablemente, aún hoy es más frecuente de lo que debería ver a mujeres que, al optar por la maternidad en un determinado momento, ven cómo se degrada su puesto en la empresa, se les priva de responsabilidades o no conservan su estatus previo al embarazo.
Los permisos de maternidad, más extensos que los de paternidad, el hecho de que poco más de la mitad de las mujeres vuelva a su viejo horario una vez se reincorporan o la comparación con los hombres, que sí recuperan su rutina anterior en la práctica totalidad de los casos, según datos de la Organización Internacional del Trabajo, hacen que sigan dándose casos de discriminación laboral, lo que supone una traba a la hora de conciliar la vida familiar y laboral para muchas mujeres.
De hecho, aunque no debiera ser así, hasta no hace demasiado tiempo la concepción predominante era esa. Y no solo por parte de las empresas, sino también de las mujeres. Un barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas llevado a cabo en 2006 concluyó que en España seis de cada diez mujeres consideraba la maternidad un obstáculo a su desarrollo profesional. Independientemente de si la respuesta estaba o no condicionada por el entorno, las respuestas a las cuestiones planteadas por el CIS mostraban que la idea, más allá de su origen, está extendida y asumida en los distintos estratos.
Retrasar la maternidad: ¿Es la solución?
Ante esta tesitura, muchas mujeres optan por posponer la maternidad. Eso les permite poder desarrollar sus carreras durante más tiempo, con lo que cuando llega el momento de formar una familia su puesto tiende a ser más estable y reconocido, menos sujeto a oscilaciones arbitrarias.
Si bien es cierto que el desarrollo profesional no debería condicionar la maternidad, esperar a cierta edad para buscar el embarazo tiene algunas ventajas emocionales, profesionales e incluso económicas. En este sentido, tratamientos como la vitrificación de óvulos son el aliado perfecto para las mujeres que optan por una maternidad más tardía: les permiten congelar sus ovocitos a una edad más temprana, en lo más alto de su etapa fértil, para posteriormente aprovechar esos recursos biológicos y tecnológicos logrando el embarazo.
Las causas que pueden hacer que la maternidad se retrase, en definitiva, pueden partir tanto del desarrollo profesional individual como de la empresa, incluso derivar de una presión de corte social, pero las tecnologías actuales permiten optar a formar una familia con plenas garantías de salud. Con los tratamientos idóneos en las manos adecuadas, ni siquiera la vida profesional será un pretexto para ser madre: por tarde que parezca, no lo será.