Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP), una patología de difícil diagnóstico

Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP), una patología de difícil diagnóstico

José María Vilar

 Ginecólogo UR HLA LA SALUD

 

El síndrome de ovario poliquístico supone la alteración endocrina más frecuente en la mujer en edad fértil. Se trata de un cuadro complejo y en ocasiones de difícil diagnóstico, que podrá afectar a la esfera reproductiva, metabólica y psicológica de la mujer. Aunque la incidencia puede variar en función de la raza y los criterios de diagnóstico, se estima que entre un 2 y un 20% de las mujeres en edad reproductiva pueden padecerlo.

A pesar de que la causa de su origen es desconocida, parece evidente que existe una predisposición genética para desarrollar este síndrome, y que haría que varios miembros de la familia pudiesen presentarlo, por lo que no es infrecuente encontrar a madres e hijas, o hermanas afectas dentro del mismo núcleo familiar. Además, la exposición a diversos factores ambientales, incluso desde el desarrollo fetal durante el embarazo, así como el estilo de vida favorecería la aparición del síndrome en individuos susceptibles.

El síndrome de ovario poliquístico supone un trastorno metabólico que se caracteriza por una resistencia a la acción de la insulina (la hormona encargada de metabolizar los azúcares dentro de las células) y un aumento en las concentraciones de esta (hiperinsulinemia), produciéndose niveles elevados de azúcar en sangre y haciendo que la mujer sea más propensa a padecer intolerancia a los azúcares, diabetes mellitus o diabetes durante el embarazo.

Por otro lado, la asociación entre síndrome de ovario poliquístico y obesidad es frecuente y puede llegar a presentarse hasta en el 90% de las pacientes. Es importante recordar que la obesidad supone un factor de riesgo aislado de infertilidad y que disminuye la eficacia de los tratamientos de reproducción asistida. Aunque en ocasiones su identificación es difícil, para establecer el diagnóstico del SOP deben varios criterios:

 

  • Elevación de los niveles de hormonas masculinas (hiperandrogenismo), que puede producir en un 60% de las mujeres aumento del vello corporal (hirsutismo), alopecia o acné. A pesar de que en la mayoría de los casos el diagnóstico se hace evaluando estos signos, en ocasiones podrá realizarse una analítica específica para determinar el nivel de hormonas masculinas.
  • Estas manifestaciones, junto con el sobrepeso, la obesidad, o las dificultades para conseguir el embarazo, hacen que el impacto emocional en la mujer que padece el Síndrome de Ovario Poliquístico pueda llegar a ser importante y, por tanto, debe tenerse en cuenta.
  • Irregularidades menstruales como alargamiento del ciclo (oligomenorrea) o ausencia de ovulación (anovulación), debido a las alteraciones metabólicas que se han descrito y que pueden dificultar la consecución de embarazo de forma natural. Además, el riesgo de cáncer de endometrio puede aumentar en aquellas pacientes en las que desaparece la regla durante muchos meses y, sobre todo, en las obesas.
  • Patrón ecográfico del ovario poliquístico. Este patrón se define como unos ovarios más grandes de lo habitual y con más de 12 folículos antrales en cada ovario. Es importante no confundir este patrón con un ovario con buena reserva ovárica, propio de mujeres jóvenes.

Tratamiento personalizado

El tratamiento del síndrome de ovario poliquístico debe ser individualizado y en ocasiones, implica a varios especialistas como el ginecólogo, el endocrinólogo, el dermatólogo o el nutricionista.  Como norma general y sobre todo en aquellas pacientes con obesidad o sobrepeso, se recomienda mantener unos hábitos de vida saludables, una dieta sana y realizar ejercicio de forma regular, ya que mejorarán la sensibilidad a la insulina y disminuirá la producción de hormonas masculinas, favoreciendo la ovulación, la regularidad del ciclo menstrual y la mejora del hirsutismo o el acné. Varios estudios indican que una pérdida del 5-10% del peso inicial, consigue mejorar los parámetros metabólicos y reestablecer el ritmo menstrual y la ovulación en aquellas pacientes en las que estaban alterados.

A la hora de establecer la estrategia terapéutica las pacientes deberán ser diferenciadas en dos grupos: aquellas que no deseanembarazo y aquellas que sí. En las pacientes que no desean embarazo y presenten reglas irregulares pueden emplearse los anticonceptivos hormonales combinados, siempre que no exista contraindicación. Ayudarán a regular el ciclo menstrual, disminuyendo el riesgo de cáncer de endometrio y reducirán los niveles de hormonas masculinas y sus manifestaciones clínicas. Existen algunos preparados específicos con efecto antiandrogénico como el dienogest, el acetato de ciproterona o la drospirenona.

Otras opciones de tratamiento en estas pacientes son el empleo de progesterona en la segunda parte del ciclo menstrua

l, anticonceptivos que contienen sólo progesterona, o el DIU liberador de progesterona. 

En cambio, en aquellas mujeres que sí desean gestación se emplearán fármacos para inducir la ovulación, como el citrato de clomifeno, la metformina, el letrozol o las gonadotropinas. Si tras la administración de estos medicamentos no se consigue el embarazo de forma natural, podrá recurrirse a técnicas de reproducción asistida como la inseminación artificial o la fecundación in vitro, en función de las característ

icas de la paciente o la pareja. Poniendo especial interés en evitar complicaciones durante el tratamiento, como el síndrome de hiperestimulación ovárica.