El director médico de la Unidad de Reproducción HLA La Vega, el doctor Francisco Anaya, subraya que “los grandes avances experimentados en Medicina Reproductiva consiguen salvar obstáculos por causas patológicas”.
Innovadores procedimientos como la inducción de ovulación, medicaciones personalizadas, nuevos medios de cultivo para llevar al embrión a su 5º día de división celular y así optimizar su selección, sofisticados incubadores time lapse para realizar un análisis más preciso de la evolución del embrión, o el diagnóstico genético preimplantacional para seleccionar los embriones libres de alteraciones cromosómicas, constituyen grandes avances que han multiplicado por cuatro las tasas de embarazo, explica el doctor Francisco Anaya Blanes, director médico de la UR HLA LA Vega.
“Donde hemos de poner el énfasis es en el estudio de casos en los que no se logra un embarazo debido a causas patológicas, ya que en este sentido no se trata de un fallo reproductivo como tal, ni de la técnica empleada, sino de impedimentos concretos asociados a problemas de salud de los pacientes”, subraya el facultativo.
Las principales causas de los fallos gestacionales son las anomalías cromosómicas y morfológicas del embrión. “Para corregir la patología es necesario realizar una evaluación completa y elaborar un diagnóstico adecuado de la pareja. En la mujer se estudia la morfología del endometrio y la actividad hormonal para detectar si existe algún tipo de anomalía. En el varón se examina la posible fragmentación del esperma”.
Detección de anomalías en el embrión
Cualquier paciente que se someta a un tratamiento de fecundación in vitro puede beneficiarse de las ventajas del incubador time lapse, especialmente indicado cuando se han producido varios procesos fallidos debido a anomalías en el embrión.
Los embriones cromosómicamente anormales tiene un ritmo de división más rápido; completan su ciclo celular al menos una hora antes. “Los incubadores cinematográficos time laspe nos permiten medir los tiempos de primera y segunda división embrionaria, y a través de un algoritmo informático, podemos realizar un estudio citomorfológico evolutivo. De esta manera clasificamos los embriones resultantes de una fecundación in vitro en tres grados: alto, medio y bajo, pudiendo así precisar la selección del embrión de mayor capacidad de implantación para su transferencia al útero materno y elevar las probabilidades de lograr un embarazo evolutivo a término”, señala el doctor Anaya Blanes.
Las anomalías cromosómicas en los embriones se dan cuando en el material genético existe un número anómalo de cromosomas, mayor o menor de 23 pares, que sería la normalidad. Para detectar anomalías cromosómicas se lleva a cabo el diagnóstico genético preimplantacional, es decir, el análisis del ADN de los embriones para conocer la suma de cromosomas y seleccionar aquellos sanos y libres de alteraciones numéricas.
Un ejemplo de alteraciones numéricas sería el Síndrome de Down, en el que el cromosoma número 21 aparece triplicado (trisomía 21). Otras aneuploidías comunes en bebés nacidos vivos son: trisomía 18 (síndrome de Edwards), trisomía 13 (síndrome de Patau), síndrome de Turner (en mujeres, ausencia total o parcial de un cromosoma sexual X) o síndrome de Klinefelter (varones que nacen con un cromosoma X adicional).