Nos gustaría mostrar a nuestros pacientes cual es nuestro manejo de este tipo de pacientes en nuestra unidad, desde un punto de vista franco y relatando nuestro día a día en la unidad.
Para comprender las líneas que vienen a continuación me gustaría aclarar varios conceptos.
La fertilidad en la mujer comienza a descender a partir de los 35 años. Se estima en un 8-9% anual. Esto se debe al descenso en los óvulos disponibles en los ovarios como a la calidad de los mismos.
De todos es bien sabido que la posibilidad de un aborto aumenta con la edad de la mujer y esto se debe a que el ovulo liberado es más frecuente que venga “ defectuoso” cromosómicamente o en su metabolismo y esto de lugar a la pérdida del embrión.
Igualmente todos sabemos que la frecuencia de Sd de Down por ejemplo aumenta con la edad y es debido a la misma causa.
Hoy día la mujer afronta el embarazo a una edad mucho más tardía que en generaciones anteriores, esto lleva consigo una mayor dificultad para el embarazo como consecuencia de la calidad de los ovocitos que se generan y una mayor tasa de abortos.
En nuestra unidad como en la mayoría de las unidades de reproducción el 70% de las mujeres que acuden buscando embarazo han cumplido ya los 37 años.
Hay dos maneras de estudiar la reserva ovárica de una mujer, o dicho de otra manera , el número de folículos y por ende de óvulos que una mujer puede producir al estimularle los ovarios.
Una es mediante la ecografía vaginal mediante la cual podemos ver los folículos pequeños que muestra el ovario (denominados antrales). A más folículos antrales y con la estimulación hormonal adecuada , mas folículos maduros y más ovocitos.
Dicho de otra manera “de donde no hay no se puede sacar”; es decir, que por más dosis hormonal que demos el ovario no responderá más allá de los folículos antrales que estaban “esperando”.
La ecografía es para nosotros la manera más fiable de acercarse a la reserva ovárica.
La segunda es mediante la hormona antimülleriana o AMH . Cada folículo antral arriba citado expresara una cantidad de AMH, por lo tanto a mayor número de folículos más alto será el valor de dicha hormona.
Se establecen así criterios para clasificar a las pacientes según su AMH.
La baja reserva se considera aquella cuya AMH es menor de 1,1 ng/ml y de la que no se espera obtener más de 4 ovocitos.
Teníamos mucha esperanza en la fiabilidad de dicha hormona pero la práctica nos ha hecho ver sus limitaciones , probablemente por defectuosos métodos de laboratorio.
Decimos que no hay mejor predictor de la reserva ovárica que haber tenido ya una estimulación, aunque yo pondría reservas en esta aseveración pues puede haber casos donde se haya tratado a la paciente de forma inadecuada.
Con lo dicho hasta ahora podemos deducir que nos podemos encontrar con dos tipos de paciente cuya reserva es baja, la joven y la no tan joven ( pongamos mayor de 36 años).
En la primera, la joven, el número obviamente será bajo pero no necesariamente la calidad de los ovocitos. En la segunda se unen ambos factores, número y calidad por lo que ensombrece más el pronóstico.
Creo que en estas líneas hemos puesto las bases para comprender cuál es nuestro enfoque en estas pacientes y que vamos a desarrollar en una segunda lectura.