Existe una estrecha relación entre fertilidad y suplementos vitamínicos y minerales, ya que mejoran la fertilidad y la efectividad de los tratamientos de reproducción. En general se tiene conocimiento de lo importante que la incorporación a la dieta del ácido fólico, cuando se plantea la búsqueda del embarazo. Sin embargo, también son necesarios y de gran ayuda otros micronutrientes no tan populares como el yodo, el zinc, la coenzima Q10, o las vitaminas E y D por evidenciarse su implicación en la fertilidad femenina y masculina, y porque las cifras reflejan un porcentaje importante de carencia de vitamina D en la población.
¿Por qué es importante la vitamina D para la fertilidad?
La carencia de vitamina D dificulta el embarazo. El receptor de vitamina D está presente en muchos órganos femeninos como el ovario, el útero y la placenta. El calcitriol, la forma activa de la vitamina D, controla los genes implicados en la producción de estrógenos que favorecen la implantación del embrión en el útero.
Concretamente, una investigación realizada con mujeres sometidas a tratamientos de reproducción asistida, recogida en el “European Journal of Endocrinology” especifica que “las mujeres sometidas a fecundación in vitro que tenían niveles suficientes de vitamina D, producían embriones de alta calidad y tenían más probabilidades de quedar embarazadas que las participantes que presentaban carencias de vitamina D.”
El déficit de esta vitamina se relaciona en los embarazos con un mayor riesgo de preeclampsia, diabetes gestacional y síndrome metabólico en las mujeres. En el hombre, la falta de vitamina D se relaciona con peor calidad de semen en cuanto a morfología y motilidad. Además, el tratamiento con vitamina D en los varones y los niveles en sangre por encima de 20 ng/ml puede incrementar la producción de testosterona, hormona masculina relacionada con la fertilidad.
Por su parte, también se ha observado que un nivel óptimo de vitamina D beneficia el buen desarrollo del núcleo de los espermatozoides, incrementa el recuento de los mismos y mejora la calidad del semen, además de incrementar los niveles de testosterona.
¿Cuánta vitamina D se necesita?
Todo esto nos demuestra la importancia de controlar los niveles de esta vitamina D antes y durante los tratamientos de reproducción.
Existen dos tipos de vitamina D: D2 o ergocalciferol, que tomamos mediante la dieta; y la D3 o colecalciferol, que producimos en la piel gracias a la luz solar. Seguir una dieta rica en alimentos que la contengan yema de huevo, pescado azul, yogures, queso o frutos secos, y asegurarse de la exposición a la luz solar unos 20-30 minutos diarios, es una manera excelente de garantizarse un aporte adecuado de vitamina D, pero si no resulta suficiente, se pueden tomar suplementos bajo la supervisión de un especialista.
Controlar unos niveles óptimos de vitamina D supone un gran beneficio y ayuda a las parejas que han de someterse a tratamientos reproductivos para conseguir un embarazo evolutivo y un bebé sano en casa.