Ana Salinas y Rafael Tomio celebran el primer año de su hijo Rafael, su gran sueño cumplido en la Unidad de Reproducción IMED Valencia
¡Qué paradojas tiene la vida! Ana había estado trabajando precisamente en una clínica de reproducción asistida, y familiarizada con los problemas de fertilidad, fueron varias las veces que se preguntó si en algún momento podría encontrarse ella misma en esta situación. Caprichoso azar que a los 3 meses de su boda se situó en este indeseado escenario sufriendo su primer aborto.
El segundo, que se produjo a los 5 meses de casada, fue ectópico, situándose en una trompa de Falopio que se vieron obligados a extirpar. Y aún así, consigue un tercer embarazo a los tres meses que también finaliza en aborto, y en esta ocasión en diferido tal y como confirmó la ecografía de las 11 semanas.
Una insufrible situación para Ana Salinas y su marido Rafael Tomio, que lo que más deseaban era ser padres. Ana, por su trabajo, era consciente de que, entrados en este camino, el recorrido no sería fácil, y que si desistían no se lograrían el sueño de tener a su hijo. La pareja, siempre unida, se armó de valor y siguió adelante con firme confianza.
En el ingreso por el último aborto coincidieron en Urgencias del hospital IMED de Valencia con el doctor Adolfo de Prados, ginecólogo de la Unidad de Reproducción IMED Valencia, que se encontraba de guardia en ese momento, y con quien hablaron sobre los problemas que habían padecido. En él encontraron un fuerte apoyo. “¿Seré madre alguna vez?”, le preguntó Ana al doctor De Prados. Quien le contestó: ”Pues claro, si no para qué estoy yo aquí”. “En la conversación sólo encontré palabras sinceras y una enorme sensibilidad. Nos infundió tanta fe que recurrimos a su ayuda tras un tiempo sin conseguir el embarazo”, relata Ana.
“Desde el primer momento que entré en la Unidad de Reproducción IMED Valencia supe que todo iría bien”. Y es que Ana, con 36 años, contaba con una reserva ovárica muy alta, por lo que el diagnóstico apuntaba a que el foco de su problema se encontraba muy posiblemente en el embrión. En este tipo de casos el tratamiento combina la fecundación in vitro con el Test Genético Preimplantacional para analizar los embriones y seleccionar los que están sanos y reúnen el número correcto de cromosomas.
“Este fue el diagnóstico y el consejo del doctor De Prados”, explica Ana. No obstante, en un primer ciclo probaron a realizar una transferencia sin realizar el análisis genético, pero el resultado fue otro aborto. En el siguiente ciclo, nuestro departamento de genética analizó todos los embriones resultantes de la fecundación in vitro, pero todos los embriones de esta punción presentaban alteraciones cromosómicas.
Ana y su marido siguieron pe
leando por su sueño y se lanzaron a otra punción. Esta vez llegó la esperanza con la selección de 3 embriones sanos, y uno mosaico, es decir, con una mezcla de células cromosómicamente normales y anormales. Aún así, el camino se planteaba pedregoso y la implantación del primero reveló una beta negativa. Pero como dice Ana, ”siempre hay que levantarse de nuevo”, y con esta valiente actitud, la suerte les sonrío tras la implantación del segundo embrión, de ese bonito y mágico embrión que salió adelante y creció en el vientre de Ana, que luc
hó y nació el 13 de agosto de 2020, el día en que, en plena pandemia, Ana y su marido vieron hecho realidad su sueño, teniendo al fin a su hijo Rafael en sus brazos, un precioso bebé que va a cumplir su primer añito.
“¡¡No podemos ser más felices!! Mi marido ha sido mi mayor apoyo durante todo este tiempo tan, tan difícil. Cada momento lo ha sufrido conmigo, ayudándome con la medicación, entendiéndome siempre, e inyectándome grandes dosis de ánimo y fuerza sin decaer nunca. Después de lo que hemos vivido sé que estoy con la persona adecuada, el mejor de los compañeros”, expresa Ana conmovida.
“Con este testimonio quiero trasladar mi enorme gratitud a los profesionales de la UR IMED Valencia. Gracias a este gran equipo y a la ciencia, tenemos a nuestro precioso hijo. Volvería a pasar por to
do solo por verle la carita a mi niño”, nos cuenta Ana muy emocionada, asegurando que muy pronto volverán a por otro de sus embriones que les esperan vitrificados, para ampliar la familia.