Cada vez es más frecuente ver en nuestro entorno embarazos a una edad más tardía, incluso a edades en las que parece biológicamente imposible que se produzca un embarazo. Nos encontramos con noticias de madres a los 55, 62 e, incluso, 70 años que nos hacen preguntarnos cómo es posible.
Gracias a los avances en las técnicas de reproducción asistida y, muy especialmente, a la donación de ovocitos, es biológicamente posible gestar a esas edades.
Desde el punto de vista técnico, cualquier mujer que tenga útero puede gestar. Lo que disminuye, progresivamente, la posibilidad de tener ovocitos útiles es la edad. Por encima de los 40 años estas posibilidades son menores, situándose en el entorno de los 45 años, algo excepcional.
Pero no todo lo técnicamente posible es recomendable. El problema –cuando se produce un embarazo por encima de 50 años– es el incremento exponencial en las complicaciones asociadas, lo que supone un riesgo no sólo para la salud de la madre sino también para la del bebé. En muchas ocasiones, este riesgo obliga a la finalización urgente del embarazo, naciendo bebés con gran prematuridad y secuelas que pueden condicionar toda su vida.
No podemos dejar de valorar este riesgo. Aún con grandes avances médicos, siguen siendo complicaciones severas las que pueden surgir y cuando éstas se producen, en no pocas ocasiones, no hay posibilidad de tratamiento. En consecuencia, cabe preguntarse qué implicaciones y riesgos se asumen, no sólo para la madre sino, también, para el futuro bebé.
Riesgos para una maternidad “tardía”
Analizando la literatura médica, encontramos suficiente evidencia de que la decisión de posponer la maternidad a edades avanzadas implica asumir una serie de riesgos tanto para la gestante como para el feto.
El riesgo de patologías relacionadas con la gestación, como preclampsia (enfermedad hipertensiva gestacional) y diabetes gestacional es del doble o, incluso, el triple en mujeres de más de 45 años respecto a mujeres de menor edad.
Ludford y colaboradores analizaron los resultados en mujeres de edad avanzada en Australia desde 1998 a 2008, encontrando una mayor incidencia de complicaciones obstétricas durante el parto y de resultados perinatales adversos.
Otro estudio de cohortes realizado en Reino Unido con 215.344 nacimientos encontró que las mujeres con 40 o más años, en el momento del parto, tenían un riesgo significativamente mayor tanto de muerte fetal intraútero como de parto prematuro, parto postérmino, macrosomía fetal y parto instrumentado o cesárea.
En definitiva, son múltiples los trabajos que muestran una relación directa e independiente entre la edad materna avanzada y la prematuridad.
La prematuridad asociada a la edad materna avanzada tiene un origen multifactorial pero no hay que olvidar que un porcentaje importante se produce como consecuencia de una indicación médica en el contexto de una patología obstétrica o materna (preclampsia grave, CIR, etc). Por tanto, muchas veces el manejo de estas gestosis va a implicar terminar la gestación antes de tiempo a fin de evitar un riesgo materno o fetal mayor.
Por ello es importante que la futura madre conozca que aunque existan técnicas que puedan hacer posible su sueño de ser madre, éstas no revierten los riesgos obstétricos asociados a la edad, que siguen siendo elevados, especialmente los asociados a hipertensión, riesgo cardiovascular y mayor índice de intervenciones quirúrgicas.
Como médicos, nuestra prioridad es informar, para, conjuntamente con nuestros pacientes, velar por la salud y el bienestar tanto de la mamá como del bebé. Por tal motivo creemos que es necesario transmitir todo nuestro conocimiento e informar adecuadamente cuando la situación desaconseje un embarazo.
En este contexto, y por todo lo expuesto anteriormente, nuestra comunidad científica ha establecido como límite aconsejable para la gestación la edad de 50 años si no existen otras contraindicaciones médicas.
Siempre hay que intentar anticiparse a los acontecimientos. Desde la primera consulta hay que informar a los pacientes para asesorar y conseguir nuestro objetivo que, más allá de lograr un embarazo, es tener una madre con un hijo vivo sano en casa.