El grosor endometrial, (mucosa que tapiza la cavidad uterina), es de vital importancia para favorecer la implantación embrionaria y el posterior desarrollo del embarazo.
En muchas pacientes nos encontramos que en el ciclo de preparación endometrial para la realización posterior de la transferencia embrionaria presentan endometrios muy finos, se estipula el límite de la normalidad en 6 mm, y se ha visto como la capacidad de implantación va disminuyendo a medida que su grosor disminuye.
El protocolo habitual de preparación endometrial se inicia con la administración de valerato de estradiol a dosis de 6 a 8 mg/día desde el día 1 del ciclo menstrual que se va incrementando hasta dosis de 12 mg /día en aquellas pacientes que no alcanzan un grosor endometrial óptimo (mayor de 6 mm).
Se realizan controles ecográficos seriados mediante ecografía transvaginal a partir del dia 10-12 del ciclo. El grosor endometrial se mide en un corte medio longitudinal como la distancia máxima entre la interfase endometrio-miometrial de un lado y de otro. Además, mediante el uso del power doppler del ecógrafo también podemos valorar la vascularización de dicho endometrio.
En estas pacientes con endometrio fino recomendamos la realización de una histeroscopia con el objetivo de descartar la existencia de una posible patología intracavitaria que pudiera interferir en el crecimiento del endometrio si bien en la mayoría de los casos el origen es idiopático/congénito, es decir, no existe una causa externa solucionable.
Entre este tipo de patologías intracavitarias nos encontramos con: la existencia de adherencias o malformaciones uterinas que precisen de corrección quirúrgica así como la existencia de un cuadro de endometritis crónica que pueda afectar al correcto desarrollo del endometrio.
Una vez descartada la existencia de una patología intracavitaria responsable del problema tenemos diversas estrategias para intentar mejorar el grosor endometrial si bien ninguna ha demostrado ser realmente útil en los diversos estudios realizados. Algunas de ellas son: preparación endometrial en ciclo natural, empleo de altas dosis de estradiol o tratamiento de larga duración del mismo, empleo de estradiol vaginal, G-CSF intrauterino, los parches de nitroglicerina, la L-arginina, la hCG sistémica, los análogos de la GnRH en fase lútea, la aspirina, la vitamina E, la pentoxifilina, el sildenafilo, las células madre, el scratching endometrial, la instilación de plasma autólogo rico en plaquetas en la cavidad endometrial, regeneración endometrial con células madre y el trasplante uterino.
A modo de conclusiones podemos decir que:
- El tratamiento médico del endometrio fino constituye a día de hoy un reto.
- Debe iniciarse tras la valoración y el eventual tratamiento histeroscópico de la cavidad uterina.
- La mayoría de las opciones terapeúticas están escasamente evaluadas, con diseños metodológicos deficientes.
- Cuando el tratamiento para el engrosamiento endometrial falla, se puede valorar la receptividad funcional del endometrio como último recurso.
- En ausencia de gestación, las opciones a plantear van desde la adopción hasta la subrogación uterina, pasando por la valoración del transplante de útero.
Tras todo lo anteriormente expuesto debemos puntualizar que la transferencia embrionaria sobre un endometrio deficiente (en este caso por su grosor) influye decisivamente pero no excluye la posibilidad de una implantación y sucesivo desarrollo embrionario –fetal normal.
En breve hablaremos más en profundidad otros de los tratamientos citados como la infusión intrauterina de plaquetas.