Dr. Salvador García Aguirre
Unidad de Reproducción Montpellier Zaragoza
La naprotecnología fue descrita en los años 90 en EEUU por Thomas Hilgers. El término surge de natural procreation technology (tecnología de procreación natural) y los profesionales que la practican defienden que intentan averiguar las causas de la infertilidad y pretenden potenciar la capacidad natural de procreación de la pareja.
También se conoce como medicina restauradora de la fertilidad. Los especialistas que la ponen en práctica la presentan como una alternativa a las técnicas de reproducción asistida (TRA) cuando las parejas, por distintos motivos, rechazan las TRA porque consideran que existe manipulación de los embriones.
La base del sistema es el modelo Creighton, una modificación estandarizada realizada por este autor sobre el método más clásico de la ovulación Billings, desarrollado por John y Evelyn Billings en 1960. Se trata de un sistema de monitorización del ciclo a través del registro de biomarcadores como: duración del ciclo, características del moco cervical, del dolor menstrual y tipo de menstruación. Estos datos se trasladan a una gráfica para valorar posibles causas de infertilidad y determinar los días del ciclo más apropiados para realizar las pruebas diagnósticas. También aborda un diagnóstico del varón para identificar factores que pudieran afectar su fertilidad. Intenta, además, detectar otras patologías que podrían ocasionar infertilidad como intolerancias alimentarias, enfermedades autoinmunes, alteraciones hormonales, endometriosis o trastornos de la ovulación.
Una investigación publicada en the Journal of American Board of Family Medicine señaló que el 52,8 % de las parejas que realizan estas pautas durante 24 meses conseguían gestación.
Técnica complementaria a la Reproproducción Asistida
En mi opinión, la Naprotecnología no sería una alternativa a las TRA sino algo complementario (salvo para las parejas que rechacen las TRA). Los ginecólogos realizan a las parejas un estudio de las posibles causas de infertilidad y, si son susceptibles de ser solucionadas sin requerir las TRA, disponen los tratamientos y procedimientos pertinentes.
Desde las consultas de Ginecología e incluso desde las unidades de Atención Primaria se debe recomendar, a las mujeres o a las parejas que desean gestar, estilos de vida saludables, corregir hábitos tóxicos, tratar enfermedades inmunológicas (con el concurso de los especialistas correspondientes), o tratar médica o quirúrgicamente una endometriosis si está indicado.
A su vez, se debe informar a las parejas de los cambios que experimenta el moco cervical a lo largo del ciclo, así como las gráficas de temperatura basal para predecir la ovulación. Sólo cuando tras el diagnóstico y tratamiento propuesto por el ginecólogo no se ha conseguido la gestación en un tiempo adecuado a la edad de la mujer, es remitida a una Unidad especializada en Reproducción. En dicha Unidad se realiza de nuevo la historia clínica, a la vez que las pruebas que aún no hayan sido realizadas y donde, además, si no se ha conseguido embarazo con las anteriores pautas, se indican las TRA.
Desde este punto de vista, los métodos naturales se deberían indicar a todas las parejas que deseen tener un hijo, siempre que no suponga un estrés para ellas, y no sólo a las parejas que tengan dificultades para conseguirlo. Y, en caso de no obtener éxito en el tiempo aconsejado (por causa de infertilidades de origen desconocido, o porque existan causas más severas que no puedan solucionarse por los métodos naturales), se les debería remitir a una Unidad de Reproducción Asistida.