Recientemente acudí a unas interesantes jornadas –celebradas en la ciudad de Zaragoza– sobre “Avances en el manejo de la endometriosis”, organizadas por la Asociación de Obstetricia y Ginecología de Aragón (AGOA).
De entrada, creo que es positivo que en un encuentro de este tipo se expongan todos los enfoques que sobre esta cuestión puedan surgir, pues es la mejor manera de extraer conclusiones razonadas y, en mi caso, hacer una reflexión sobre todas ellas en relación al campo en el que desarrollo mi actividad: la reproducción asistida, como un factor más que contribuya a mejorar la calidad de vida de las mujeres que sufren esta patología.
Una de las conclusiones respecto al abordaje clínico de la endometriosis fue la importancia de iniciar tratamientos tempranos –sin esperar a que haga su aparición el dolor– que eviten la cirugía y puedan proteger la fertilidad de la mujer. Creo que este es un gran avance en tanto en cuanto se toma conciencia del factor fertilidad y de lo que representa para la mujer. Además, se busca una reacción temprana que impida una cirugía ovárica mutilante, ya que cuando se realiza una intervención no sólo se extraen los quistes localizados en el ovario sino que suele eliminarse tejido ovárico que contiene ovocitos. Obviamente esto tiene un impacto negativo muy directo sobre la fertilidad de la mujer: recordemos que se nace con una dotación definitiva de ovocitos que se van perdiendo a lo largo de la vida, especialmente a partir de los 35 años de edad.
Por tanto, sería bueno que aquellas mujeres que padecen endometriosis reciban tratamientos menos agresivos con su fertilidad –hay que recordar que en su mayoría no estamos ante procesos oncológicos sino que suelen ser quistes benignos– buscando alternativas médicas que no pasen, necesariamente, por la cirugía.
Además, como en otro tipo de situaciones médicas, hay que informar de que existe la posibilidad de criopreservar ovocitos propios cuando exista un riesgo real de que el tratamiento pueda comprometer la futura maternidad de la mujer. La vitrificación de ovocitos tiene que empezar a ser interiorizada por los ginecólogos como un elemento más del que debe informase a la paciente; igual que un urólogo, ante un tratamiento médico que pueda poner en riesgo la fertilidad del varón, le plantea la opción de congelar su semen.
En definitiva, los nuevos tratamientos médicos, los avances técnicos para diagnósticos tempranos y la vitrificación de ovocitos deben contribuir a modificar el abordaje clínico de la endometriosis, evitando cirugías objetivamente innecesarias –no aquellas que pueden resolver un cuadro de dolor crónico ante el que han fracasado otros tratamientos, o cuando existe sospecha de malignidad– y protegiendo la vida reproductiva posterior de la paciente.