Síndrome de Asherman: su influencia en la esterilidad

Síndrome de Asherman: su influencia en la esterilidad

Dr. Francisco Anaya Blanes

Director Médico de UR La Vega Murcia

Esta patología recibe su nombre del ginecólogo Israelí Josef Asherman quién la describió por primera vez en 1948. Las mujeres afectas por este cuadro médico presentan adherencias o sinequias en el interior de su cavidad uterina/endometrial. Estas adherencias ocasionan obliteración total o parcial de la cavidad haciéndola más estrecha o deformándola, llegando en casos extremos a ocluirla en su totalidad.

Según el grado de afectación del endometrio nos podemos encontrar con casos leves, moderados o graves de este síndrome. Estos casos graves, como podemos imaginar, son los de peor pronóstico reproductivo, puesto que en este caso las paredes uterinas se encuentran totalmente adheridas.

Causas del Síndrome de Asherman

Aunque hay descritas un gran número de causas que pueden provocar esta enfermedad como infecciones endometriales, cirugía o embolización de miomas uterinos, etc, en más del 90% de los casos el origen está en los legrados uterinos, bien tras un aborto, bien tras un parto (puerperales). Son estos últimos los de mayor riesgo por tratarse de intervenciones de mayor dificultad y asociarse con frecuencia a hemorragias e infecciones.

¿Qué síntomas presenta una paciente afecta?

Los síntomas más comunes que presenta esta patología son:

            1. Alteraciones menstruales: hipo o amenorrea (disminución o ausencia total de la regla) debido fundamentalmente a la reducción del tejido endometrial funcional y por obstrucción de cuello uterino por las mencionadas adherencias.

            2. Dolor pélvico o abdominal: causado por retención de sangrado menstrual.

            3. Endometriosis. La retención menstrual puede, de forma retrógrada, pasar a la cavidad abdominal, facilitando la aparición de focos endometriósicos.

            4. Infertilidad: Las adherencias y el daño endometrial impiden el adecuado crecimiento de la mucosa uterina, produciendo un fallo de implantación del embrión o, en el caso de producirse embarazo, facilitando las posibilidades de que finalice en un aborto espontáneo.

El diagnóstico de sospecha es claramente clínico y se debe sospechar ante una paciente que refiere ausencia o disminución de su sangrado menstrual asociado o no a alguno de los otros síntomas mencionados previamente. Se debe completar el estudio con alguna técnica de imagen como ecografía transvaginal, histerosalpingografía, RMN pélvica, mientras que la confirmación del mismo se realiza mediante histeroscopia.

El tratamiento consiste en liberar adherencias vía histeroscópica devolviendo volumen a la cavidad endometrial y posterior tratamiento médico para intentar evitar las recurrencias.

Hoy día existen investigaciones con terapias alternativas como infusiones endometriales de PRP (plasma enriquecido en plaquetas) o con células madre que podrían ayudar a la regeneración del endometrio dañado.

En nuestras pacientes con problemas de fertilidad el objetivo es mejorar las expectativas de lograr un embarazo evolutivo.