Y entonces llegó una pandemia…

Y entonces llegó una pandemia…

El impacto de la pandemia en el ámbito de la reproducción asistida y, por extensión, de las cifras de natalidad, ha sido notable, a la vista de los datos ofrecidos la pasada semana por la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) del año 2020.

Sin entrar en un mapa de cifras, son destacables el descenso del 18% en el número de nacimientos en nuestro país procedentes de un tratamiento reproductivo y un descenso del 16% en los tratamientos de FIV e inseminación artificial. Los datos, recopilados en el Registro Nacional de Actividad de la SEF en colaboración con el Ministerio de Sanidad son una muestra, evidente, de que la pandemia por Covid-19 tuvo un efecto en la reducción de actividad médica asociada a la fertilidad.

Sin embargo, no deberíamos quedarnos en un análisis superficial de estos datos y analizar no sólo el impacto asociado a la pandemia sobre la natalidad sino, quizás, un problema estructural respecto a las dificultades que existen en el actual contexto económico y social para el fomento de la natalidad, tanto de forma natural como en el ámbito de la medicina reproductiva.

«El impacto de la pandemia había reducido las tasas de natalidad en distintos países del centro y sur de Europa, entre ellos España con un descenso del 8,4%»

Un estudio internacional promovido por la Universidad Bocconi (Italia), publicado el pasado año, confirmó que el impacto de la pandemia había reducido las tasas de natalidad en distintos países del centro y sur de Europa, entre ellos España con un descenso del 8,4%.

Hay una evidencia histórica irrefutable: en tiempos de incertidumbre, nacen menos niños. Igualmente, se tiende a pensar, con lógica, que la natalidad es cíclica y está vinculada a ciclos expansivos de la economía. Es decir, cuando se producen crisis (sanitarias, económicas, sociales) nacen menos niños. Una vez más, el factor incertidumbre sumado a las dificultades económicas.

¿Aplazar la maternidad ad infinitum?

Los profesionales que nos dedicamos a la medicina reproductiva debemos ser conscientes de que muchas parejas que no han podido llevar a cabo un tratamiento de reproducción asistida en el año 2020 estaban, por utilizar un término coloquial, en tiempo de descuento, lo que supone que, probablemente, ya no se sometan al tratamiento o lo hagan con menos expectativas o probabilidades de éxito.

«Desde la medicina reproductiva no podemos alentar la idea de que gracias a las distintas y efectivas técnicas se puede aplazar la maternidad ad infinitum»

Esto nos debe llevar a una reflexión que tiene algo de autocrítica: desde la medicina reproductiva no podemos alentar la idea de que gracias a las distintas y efectivas técnicas de preservación de la fertilidad y a la eficacia, cada vez mayor, de la fecundación in vitro, se puede aplazar la maternidad ad infinitum. Eso es confundir a la opinión pública y desinformar.

La medicina reproductiva está, principalmente, para ayudar a las personas que tienen dificultades a la hora de ser padres. Por su puesto que debido a la realidad económica y social que vivimos, este deseo se verá aplazado, en no pocos casos, y, para eso, existen recursos en medicina reproductiva que permiten reducir el impacto del paso del tiempo a la hora de concebir. Pero eso no es compatible con la idea de que preservar la fertilidad nos garantiza ser madres o padres cuando queramos o podamos, según las circunstancias de cada cual.

La certidumbre absoluta no existe

Volviendo al inicio de este artículo, la incertidumbre connatural a cualquier proyecto de vida, al simple hecho de vivir, nos puede situar en contextos -como el que sucedió con la pandemia- que nos impidan llevar a cabo un tratamiento por circunstancias ajenas a nosotros mismos. Si ya íbamos tarde, en esas circunstancias las posibilidades se reducirán aún más.

No es fácil ponderar el momento biológico, emocional, económico y personal de cada cual para ser padres, pero sí sería bueno que no pretendamos que todos esos factores sean siempre los más adecuados, puntúen en lo más alto de la tabla, nos den la certidumbre absoluta para decidir si es un buen momento para traer un hijo a nuestras vidas. Eso sería tanto como pretender saber qué nos depara el futuro.