Estas alteraciones disminuyen hasta en un 20% las probabilidades de éxito en la fecundación in vitro, implantación y gestación, aumentando el número de abortos y la transmisión de anomalías cromosómicas en el feto.
Hasta hace poco, el estudio del varón en esterilidad se limitaba al seminograma y al cariotipo (estudio en sangre de los cromosomas), dando una visión parcial de su contribución en la infertilidad en la pareja.
Según el jefe de la Unidad de Reproducción Asistida del Hospital el Ángel, el doctor José Félix García España, “actualmente se realiza una prueba llamada “FISH” (Hibridación in situ fluorescente), en la que se analiza los cromosomas y el material genético de una amplia muestra de espermatozoides”.
“Una prueba indicada en casos en los que el número, movilidad o forma de los espermatozoides están alterados, cuando hay abortos repetidos o, en aquellos varones con cromosomas en sangre alterados y fallos repetidos en la fecundación in vitro sin causa aparente”.
Esta analítica, señala el especialista, “la utilizamos los profesionales en reproducción como marcador pronóstico de la FIV, su demanda ha aumentado en el último año en un 12 %”. Sin embargo, no es una prueba simple y necesita de un laboratorio especializado de genética.
Todas nuestras células contienen dos copias de cada cromosoma. Tenemos 23 pares, es decir, 46 cromosomas. Pero los espermatozoides en su formación deben reducir este número a 23, es decir, entregar al óvulo un solo cromosoma de cada par, para que junto a los entregados por el óvulos formen un nuevo ser con número completo nuevamente.
Este proceso, asegura el doctor García España, “no es 100% eficaz y aparecen en el eyaculado un porcentaje de espermatozoides con anomalías en su número. Esto ocurre habitualmente. El problema surge cuando su proporción es elevada”.
Según el último estudio multicéntrico de ANACER (Asociación Nacional de Clínicas de Reproducción Asistida), en la población general, un 7% tendrá el FISH con valores por encima de los niveles aceptados como normales, pero en los varones con problemas de fertilidad esta cifra se eleva hasta el 30%.
“Su transcendencia reside en que, en aquellas parejas donde el varón tiene dicha prueba alterada, las tasas de fecundación, implantación y gestación disminuyen de un 10 a un 20%”.
El jefe de la Unidad de Reproducción del Ángel asegura que “en estas parejas, además, aumenta en un 16% el número de embriones con aneuploidias (número anómalo de cromosomas) lo que lleva a fallo de FIV e incremento de abortos de repetición.
En estos pacientes con FISH alterado se incrementa seis veces el riesgo de anomalías cromosómicas en el feto” y, por ello, se recomienda además, el DGP (screening de todos los cromosomas de los embriones previo a su transferencia al útero)”.
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